Hace unas semanas, en una entrevista radiofónica maravillosa en “Sinfonía de la mañana”, Antonio Muñoz Molina decía a Martín Llade que “en la música, y casi en cualquier cosa, una persona joven necesita un modelo de aprendizaje”.
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Patosillos en remojo
La gente que me conoce desde pequeñito sabe que yo era un niño patoso. Mi madre no ganaba para comprarme gafas y no era raro verme con un diente roto o un brazo en cabestrillo. Mi padre, a base de practicar conmigo, acabó convirtiéndose en el ‘costurero’ oficial de cada cumpleaños que se celebraba en el barrio.
Lilita Fina
No identifico a casi ninguna de las personas en esta foto -quizás alguien de entre quien me leéis me pueda ayudar-. Mi bisabuela, Fina Benimeli, es la segunda por la derecha. “Lilita Fina”, como la llamaban mis primas de Barcelona, fue mi primera profesora de piano. Parece que fue una muy buena pianista, premio extraordinario como su hermana Carmen, pero, quizás por su carácter más conservador, dejó de tocar muy pronto una vez casada y yo nunca la escuché tocar una pieza completa en su piano de Gómez e Hijo.